¡MAMÁ NO HAY PAPEL!
Por: Jousin Palafox
Nuestro Michael Jackson región 4 es acusado de violación. Su futuro se ve más obscuro que su rostro en el espejo y analizando el problema, recordé que cierta vez durante algunos negros minutos, el mundo también se me vino sobre los hombros.
En 2008, gracias a la fundación rotaria, viajé a la India. Antes de ir, investigué de este país, sus tradiciones, moneda, idioma, usos, costumbres –pa´ no regarla-, y me embarqué entonces en una travesía extraordinaria. Mi grupo voló de San Diego a Nueva York, transbordamos en Bélgica, de allí hasta la ciudad india de Chennai y luego en avioneta a Madurai. ¡Fueron 38 horas de viaje! Después de tanto ajetreo, mi sistema digestivo exigía “liberación”. Hospedado con una linda familia india, lo primero que hice fue subir a mi habitación y sentarme plácido en el trono de las penitencias. Una vez terminada mi sacrosanta tarea biológica, sucedió algo terrible: NO HABÍA PAPEL. Instantáneamente entré en pánico y mi respiración se agitó. Pasados unos instantes, recobré la cordura y recordé que en un curso laboral se nos dijo que “todo problema real, estadísticamente tiene al menos 8 soluciones reales”.
Mi primera opción fue gritar para pedir auxilio, esperando que una cándida mano apareciera por el quicio de la puerta con el acolchonado rollo envuelto en un halo de luz celestial, pero mi vergüenza era mucho mayor que mi necesidad, así que de inmediato la descarté. Segunda: Me puse a buscar con la mirada si acaso había una revista o periódico para “leer” en algún rincón del baño, pero ¡nada! Tercera: Revisé las bolsas de mi pantalón en busca de algún ticket o tríptico de viaje lo suficientemente grande y bondadoso, pero tampoco tuve suerte. Cuarta: Rastreé alguna toalla que pudiese sacrificar y luego desaparecer, pero la única que recordaba haber visto estaba sobre la cama, la cual me quedaba muy lejos y en esa situación tres metros me parecían una verdadera maratón. Quinta: Supuse que podría mancillar al menos una esquinita de la cortina de baño, pero ¡maldita sea!... No había cortina. Sexta: Me di cuenta que tenía dos calcetines y podía sacrificar alguno, pero decidí buscar otra alternativa menos radical antes de dar un paso tan delicado. Séptima: Podía elevar una plegaria al cielo a la Santísima Trinidad, pues soy hombre devoto y creyente en los milagros, pero estando en suelo indio, pensé que eso podría ofender a la trinidad hindú compuesta por Brahma, Vishnu y Shiva, así que desistí en el intento. Octava: Pensé a la desesperada en hacer uso de un par de dedos y luego bombardearlos con químicos y cantidades industriales de jabón en el lavamanos que tenía a unos centímetros, pero creí que ¡solo a un loco se le ocurriría hacer semejante atrocidad! Y de hecho encontré una Novena: Descubrí en la pared una manguera conectada a una llave, semejante a la que se usa para lavar vegetales en los lavatrastos… supuse que en algún momento allí hubo una tina de baño y la conexión quedó inhabilitada, sin embargo abrí el grifo, presioné la palanca y salió un chorro de agua sobre mi cara. Entonces todo se me iluminó de nuevo y pensé que si los motores más sucios se lavan a presión, quizá también podría hacer lo mismo con “mi lugar sagrado”. No explicaré qué fue lo que hice, pero basta con decir que se sienten muchas cosquillas… ¡Nada cómodas por cierto!
Al día siguiente descubrí que en la India no se usa el papel sanitario y para asearse utilizan la mano izquierda, misma que después se lavan en un bote de agua y en las casas “nice” hay manguera… Sin comentarios. Así que como abogado he examinado el caso de Kalimba y créanme, él tiene más de ocho soluciones, pero esas se las dejo de tarea.
Jousin Palafox Silva, graduado de la Licenciatura en Derecho de la UABC, escritor, conductor de radio en Tijuana y Colaborador de la Punto Cero Magazine Mexicali.
muy bien dicho
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